En 2020, el Día Internacional de la Danza está dedicado a la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, con motivo de celebrar su centenario de nacimiento. Su virtuosismo, entrega y visión de la danza lograron colocar a Cuba como país referente de ballet a nivel mundial.
El Instituto Internacional de Teatro ITI, que forma parte de los proyectos de UNESCO, ha creado un sitio web para homenajearla, el cual ya está disponible para que conozcamos su biografía, videos y fotografías de su trayectoria en danza.
¿Ya la conoces? Te invitamos a ver su página de homenaje en el siguiente link
https://dia-internacional-de-la-danza-alicia-alonso.jimdosite.com/?fbclid=IwAR1biSnYBwgmEW3heL4hET6ILWPePkrcZ-nEaGpYIw3ZxSpXg3KkCPWl2Pg
Foto de portada: International Theatre Institute iTi
Estamos iniciando la quinta semana de esta cuarentena y aún nos cuesta creer que todo esto esté pasando. Las metas, planes y proyectos que nos trazamos para el 2020 se vieron totalmente afectados, y es que nadie esperaba que una pandemia tuviera el poder de cambiar nuestra forma de hacer danza.
Las noticias no son alentadoras: el virus tiene un alto nivel de contagio y las cifras en otros países son alarmantes. Vemos cómo las fronteras entre países se cerraron y el distanciamiento social se estableció de forma obligatoria. La única forma de disminuir la curva de contagios es quedarse en casa.
¿Pero qué implica que nos quedemos en casa? Como bailarines estamos acostumbrados a expresarnos a través del movimiento y quizás nos sentimos angustiados al no poder continuar con nuestras rutinas. Sin embargo, hay consecuencias colectivas que están impactando al medio artístico y académico de las que debemos estar conscientes.
Cierre temporal de estudios de danza
Al quedarnos en casa, las clases presenciales se detienen. Eso implica que algunos estudios -que dependen del pago de sus estudiantes- han tenido que suspender el salario de sus maestros y personal administrativo sin tener la certeza de cuándo volverán a abrir sus puertas.
Temporadas y espectáculos cancelados
Los teatros llevan una agenda de actividades bastante cargada. La solicitud de un espacio, en cualquier teatro, se hace con buen tiempo de antelación para reservar las fechas. Con toda la escenografía y vestuarios listos, algunas compañías de danza y directores de teatro han tenido que cancelar sus próximas presentaciones. Esto representa una pérdida económica para nada pequeña. De igual forma, existe esa incertidumbre de cómo se van a llevar a cabo los espectáculos públicos de ahora en adelante.
Artistas sin previsión social
Maestros, bailarines, actores, cantantes, artistas plásticos y demás, no cuentan con el apoyo del Gobierno para sobrellevar esa crisis. El Instituto de Previsión Social del Artista (IPSA), que sería la institución encargada de velar por el bienestar de los artistas guatemaltecos, ha sido cuestionada en diversas ocasiones por su falta de proyección, que le ha ameritado un considerable desprestigio. Es ahora cuando más se requiere que cumpla el propósito para el cual fue creada.
El denominador común: la incertidumbre
Nos enfrentamos a un enemigo invisible que vino a darle vuelta a todo lo que conocíamos como normal. Pero al momento de enfrentar las adversidades, los artistas buscamos formas creativas de resolver. Ante esta situación ¿Qué podemos hacer para apoyar?
Toma tus clases en línea
Es la mejor forma de continuar con tu entrenamiento desde casa y apoyar a tus maestros y a tu estudio de danza. Prepara un espacio para este propósito, concéntrate en las correcciones que te dan tus maestros y trabaja a conciencia. Verás cómo mejora tu estado de ánimo si te mantienes en constante movimiento.
Apoya las iniciativas de arte
El personal técnico y administrativo de los teatros necesita de nuestro apoyo. Son ellos quienes nos ayudan a brillar cuando estamos es escena, por lo que estamos en deuda. Algunos artistas se han reunido para crear diferentes iniciativas en beneficio de personas que
Conversamos con Liz Xospa y Citlali Rojas, dos de las cuatro coreógrafas de la agrupación «Frenesí». Ellas viajaron desde la Ciudad de México para presentar su pieza coreográfica «Entrañable», con la que ganaron el Primer Lugar del Certamen Traversé en la categorías de grupos. El evento se realizó el 1 de marzo de 2020, en Solo Teatro.
¿Cómo nace Entrañable?
Entrañable nace de pensar en las vísceras, en los procesos de la vida que son cíclicos y que son parecidos al proceso digestivo. De cuando disfrutas la comida, pero a la vez tiene que pasar por un proceso para convertirse en mierda. Y pensar que esa mierda fue alguna vez un plato de comida que disfrutaste mucho… También habla sobre la carga que tiene la mierda en las sociedades en las que vivimos, en la que se ve como algo negativo y sucio, cuando en realidad es parte de ti, nace de ti.
Habla sobre la conexión con nuestro centro femenino y es en donde se dan tantos procesos que interfieren en lo exterior como en el interior. Es proceso cíclico que no se detiene.
¿En dónde estudian y cómo se entrenan?
Nos entrenamos juntas. Estudiamos en la Academia de la Danza Mexicana, en el segundo año de la carrera de Danza Contemporánea. Tomamos las clases en la escuela, pero también estamos elaborando un entrenamiento en conjunto. Nos vamos dando clases entre nosotras y es ahí cuando nace la necesidad de decir algo respecto al contexto mexicano que nos envuelve en este momento.
¿Cuánto tiempo vienen a Guatemala?
Venimos a Guatemala solamente para el concurso. Fue bastante complicado porque nos avisaron que habíamos sido seleccionadas apenas una semana antes del evento. Entonces dos de las bailarinas, que eran coreógrafas, no pudieron asistir porque no alcanzaron a tramitar sus pasaportes. Entonces les solicitamos a otras compañeras que bailaran con nosotras y durante toda la semana previa al concurso, estuvimos montándolo. Afortunadamente logramos concretar la pieza.
Solicitamos recursos económicos en varios lugares pero no fuimos acreedoras a ellos. Tuvimos que apoyarnos en nuestras familias, que siempre han sido bastante generosas con nuestra carrera y han permitido que estemos hoy aquí. Solo estamos dos noches. Nos vamos mañana a las 3:00 de la mañana porque a las 8:00 tenemos clases de danza en la escuela.
¿Qué planes tienen para el futuro? ¿Nuevos proyectos?
Frenesí no planea ser una compañía. Queremos implementar un sistema profesional que se constituya como una cooperativa, porque consideramos que es una forma de trabajo en la que no hay una relación de poder entre las integrantes y para nosotras eso es muy importante.
Tenemos una propuesta sobre un espacio de intervención con otros movimientos sociales y el cansancio que se da en esos movimientos. Buscamos ser como una especie de aliento para esos tipos de movimiento que existen en el mundo que buscan la liberación del ser.
Fotografía: Karla Álvarez – Dance Statement
Siempre lo he dicho. Desde que empecé mi recorrido en la danza sabía a dónde quería llegar y qué quería hacer: prepararme lo mejor posible para regresar al lugar donde nací y compartir ese conocimiento con las próximas generaciones.
Inicié bailando en el maravilloso teatro de Quetzaltenango y me di cuenta que, en el interior del país, el tema de la danza estaba totalmente abandonado. No habían escuelas en donde te pudieras formar a nivel profesional y por eso, tenías que migrar. Siempre estuve de la mano de la docencia, y cuando ejerces como docente, tienes en tus manos una gran responsabilidad. Eso me hizo reflexionar y darme cuenta que para enseñar danza, tenía que prepararme lo mejor posible.
Decidí mudarme a la ciudad con 15 años, y encontré la Escuela Nacional de Danza, de donde años después, me gradué de bailarina de danza clásica. Recuerdo que cuando llegué, el Maestro Ocampo me dijo: “Si quieres, puedes venir a ver las clases antes que empiece el año y vemos si podemos hacerte un examen de admisión”. Entonces le tomé la palabra e iba todos los días, sin faltar uno solo, para ver las clases que él impartía a las alumnas del último año, y creo que mi perseverancia fue lo que a él lo convenció.
Amo la danza contemporánea. Y para mí, la danza es una sola. Como decía Maurice Bejart: “Solo hay dos tipos de Danza, la buena y la mala”. Tuve mucha experiencia con diferentes grupos de danza. Bailé con todas las compañías de danza: las del estado y las independientes.
Mi llegada al Ballet Guatemala fue muy especial. Carlos Marroquín, en su tiempo como director, iba a ver las funciones de la Escuela de Danza y luego me invitó a participar en la compañía, aunque no había dinero para contratarme. Era una persona que siempre supo motivarme y me dió la oportunidad de estar en roles solistas dentro de la compañía. Luego que él falleció, tuve una serie de accidentes que me impidieron asistir a una beca de danza para estudiar en Francia. Fue muy doloroso. El doctor me dijo que me olvidara de bailar y que, si lograba caminar, que me diera por agradecida. Después de estos accidentes empecé a trabajar mi espalda y, por fortuna, volví a bailar.
Tiempo después, recibo una invitación a Cuba para aprender el método y seguirme formando como docente. Una experiencia maravillosa. Cuba aporto en todo sentido a mi formación: era todo el día ballet y por la noche arte de todo tipo. Aplique a otra beca en Italia. Era en el Teatro alla Scala de Milán y, muy arriesgada, asistí a la audición con la incertidumbre de que me fueran a aceptar o no. Éramos 300 personas aspirantes para 15 puestos y yo era la única latina. La audición duraba un mes completo, y recuerdo que, para la última semana de las pruebas, solo quedábamos 16 bailarines, y yo tenía la desventaja que no hablaba italiano. Al final me aceptaron y fue un regalo
«A mí me inspiró una compañera de estudios que tuve en la primaria. Ella me contaba que sus hermanas bailaban ballet, y cuando era la hora del recreo, jugábamos a que ella me enseñaba todos los pasos que sus hermanas hacían en clase. También me contaba cómo eran las zapatillas de punta, puesto que yo nunca había visto nada de ballet y solo me las podía imaginar.
Fue entonces que empecé a pedirle a mi familia que me inscribieran en la Escuela Nacional de Danza. Por fin, cuando tenía como 10 años, mi hermana mayor me llevó a hacer un examen de admisión, pero desafortunadamente ya habían pasado las fechas. Me permitieron entrar a una clase del nivel preparatorio y fue ahí donde me evaluaron y logré ingresar.
Recuerdo muy bien la primera vez que participé en una función del Ballet Guatemala. Estaba en tercer grado de la Escuela de Danza y el maestro Antonio Crespo había montado la obra “El Lago de los Cisnes” con la compañía.. Madame Marcelle Bonge era la Reina y yo le recogía la capa y la llevaba, y en eso consistía toda mi actuación, pero fue la primera vez que ví a lo grandes bailarines que inspiraron mi carrera.
El amor por la docencia se me fue dando de poco a poco. Cuando estaba estudiando la técnica Graham en México, me lesione un pie; entonces tuve que parar. Llegaba a ver las clases de la maestra Gladiola Orozco y me apasionó la forma en la que enseñaba. Empecé a tomar notas sobre cómo se estructuraban los ejercicios de clase mientras me curaba de la lesión. Ella me preguntó: “¿Por qué estás tomando notas de mis clases?” Y le respondí: “Es que creo que en un futuro me gustaría dar clases”. La maestra Gladiola me inspiró a iniciar en la docencia y en el estudio de la anatomía.
El primer espacio en donde ejercí por mucho tiempo fue en el Ballet Teatro del Espacio, en el Centro de Formación de México. La maestra me tomó como su mano derecha y me enseñó muchísimas cosas sobre la técnica Graham y sobre cómo impartir clases. Cuando ella consideró que yo ya tenía el conocimiento suficiente, empecé a dar clases de Graham, en el año 1986.
Después de toda la etapa de formación que tuve, y siendo aún miembro de la compañía, me encomendaron dar las clases de ballet para mis compañeros de la compañía. Otra de las experiencias como docente que tuve dentro del Ballet Teatro del Espacio fue en un intercambio con la compañía de Amalia Hernández. A mí y a otro maestro nos comisionaron para darles clases de ballet a los miembros de su compañía. Ellos bailaban Folklore, pero se preparaban en distintas técnicas. Y la otra gran experiencia fue en la Escuela Nacional de Danza, cuando regresé de México. Di clases por casi 12 años. Ahí estuve como maestra y otra parte como directora. En este espacio pude implementar la técnica Graham para la construcción de la carrera
«Mi madre fue bailarina, y desde que cumplí los 5 años, empezó a entrenarme en danza. Gracias a esto, mi hermana Sally y yo ganamos el primer y segundo lugar, respectivamente, en el concurso de “Shirley Temple” que se realizó en Guatemala. Yo estaba feliz de empezar mi camino en la danza, pero en Guatemala todavía no se conocía mucho sobre este arte.
Cuando yo tenía alrededor de 13 o 14 años, vino a Guatemala la maestra Marcelle Bonge y su esposo Jean Devaux. Como no teníamos un espacio o un estudio para ensayar, utilizábamos el patio de su casa, en zona 1. Recuerdo que éramos sólo dos alumnas: Fabiola Perdomo y yo. Luego ellos tuvieron la inquietud de subir el nivel de la danza y consiguieron el apoyo del Gobierno de Arévalo para empezar a formar lo que fue en sus inicios el Ballet Guatemala. Entonces se realizó una convocatoria para los jóvenes que quisieran tomar clases de danza, y así fue como inició todo, en las instalaciones del Instituto Belén y con ayuda del maestro Kiril Pikieris.
Desde mis inicios en el Ballet Guatemala pude interpretar personajes principales. Algunos de los maestros que contribuyeron a mi formación en la danza fueron: María Tchernova y Leónides Katchurowski, José Limón, Denis Carey, Iris Álvarez, Julia Vela, Guillermo Keys, entre otros.
Tuve la gran suerte de tener como esposo a un gran artista, concertista y compositor, que creó que fue el más grande que ha tenido Guatemala: Manuel Herrarte Ariano. Viajé a Estados Unidos por 6 años en los que pude dedicarme totalmente a mi familia. Al poco tiempo de haber regresado a Guatemala, enviudé, y por invitación de Julia Vela me integré al Ballet Moderno y Folklórico, el cual me encantó y pude adaptarme bastante rápido, gracias a mi formación clásica. Pude viajar a Europa, América del Sur, Centroamérica, Estados Unidos y México. Fue una época muy linda.
Formé una escuela de danza que llevaba mi nombre, en donde realizábamos algunas presentaciones en el antiguo auditorio de IGSS, en la zona 4. Impartí clases en distintos colegios de la ciudad hasta que decidí retirarme de la docencia. Ahora me dedico al asesoramiento y formación del Arte en la Organización para las Artes, de la Universidad Francisco Marroquín. Tengo 30 años de estar ahí y me siento muy contenta.
Nosotros, los bailarines fundadores de la danza académica en el país, tuvimos siempre la inquietud de que ustedes, las futuras generaciones, pudieran dedicarse a esto y realmente ser profesionales. Yo sigo activa de cierta forma, asistiendo y admirando todo lo que es arte, y mi deseo es que el apoyo del gobierno llegue a las instituciones que luchan por mantener viva la danza.»
-Consuelo Polantinos
Bailarina fundadora del Ballet Guatemala
Consuelo Polantinos con el Ballet Folklórico y Moderno. Fotografía de Mario Ramírez.
Fotografía de portada: Dance Statement por Karla Álvarez
Puedo decir que la danza ha sido mi vida entera. Desde el inicio me sentí atrapado por ella. En mi etapa de adolescente yo había visto bailar a grandes personalidades de la danza como Richard Devaux. Él me inspiró a tomar la danza en serio y así fue como empecé a tomar clases. Tenía en ese entonces 14 años.
Mi etapa como bailarín la inicié en el Miami Ballet. Precisamente estaba becado en el Conservatorio de Miami y algunos de los alumnos fuimos seleccionados para pertenecer a la compañía. Ahí pude darme cuenta que la danza es realmente una profesión. Tuve también la oportunidad de pertenecer al Ballet Nacional de Guatemala y desempeñarme como bailarín y coreógrafo.
A partir de un curso que fui a tomar a Bulgaria, la docencia llamó mi atención y empecé a trabajar en ciertas habilidades que tenía que desarrollar para desempeñarme en ese ámbito. Creo que mi experiencia como docente ha sido muy satisfactoria, y a través de todo el tiempo que he dado clases, he visto a muchos de mis alumnos que han progresado y han adquirido nuevas oportunidades en Guatemala y fuera de ella. He impartido clases en el Ballet Nacional de Guatemala, el Ballet Moderno y Folklórico, el Ballet Folklórico del INGUAT, en la Escuela Municipal de Danza y en la Escuela Nacional de Danza.
Pienso que el futuro de la danza está en la gente joven. Es la razón por la que los maestros de danza seguimos dando clases, porque creemos en ellos. Esperamos que tengan un mejor conocimiento de la danza y que esto les acerque más a otras artes, y así tengan mejores expectativas para su vida.
Espero que mis alumnos se apasionen por la danza. Que se preparen de forma técnica y que esto produzca un efecto multiplicador para las siguientes generaciones. Me gusta el hecho de que haya mucha gente interesada en hacer danza, pero considero que deben superar la etapa meramente experimental y se preparen de forma académica para llegar a profesionalizarse y ser exitosos.
– Eddy Vielman
Eddy Vielman como Basilio en la obra «Don Quijote» con el Ballet Nacional de Guatemala. Fotografía de Hugo Leonel de León, 1993.
Fotografía de portada: Dance Statement por Karla Álvarez