«Yo no sabía que los hombres también podían bailar ballet, hasta que vi la película “Step Up” y me impresionó mucho. Estuve averiguando en dónde podía empezar a tomar clases y me hablaron de la Escuela Municipal de Danza. Hice una audición para ingresar y no lo logré. Me dijeron que ya estaba muy grande para empezar. Tenía 15 años y pensé que ahí había terminado mi sueño de ser bailarín.
Estaba en un grupo de jóvenes de la iglesia, llamado “Aventura”, en donde participé de algunas “Noches de Talentos”. Recuerdo que ahí había un salón de espejos en donde me ponía a crear y practicar algunos movimientos de Popping y Hip Hop. Cuando ya tenía un poco de práctica, me animé a bailar en una fiesta de XV años y a la gente le gustó mucho lo que presenté. Después de ese día hubo gente que me contactó para que llegara a otras fiestas a hacer lo mismo. Comencé a tomarme más en serio el aprendizaje del estilo y asistí a todos los eventos y talleres de danza que podía.
Entré a la universidad y en un principio estuve en la facultad de Humanidades. Lo hice sólo por complacer a mis papás porque en realidad no era lo mío. Conocí a gente que me platicó sobre la Escuela Superior de Arte, y decidí cambiarme de carrera, sin que ellos supieran. En un principio se molestaron conmigo y no entendían que un hombre quisiera estudiar danza. Me decían “¿Cómo un hombre iba a usar mallas?”, “Ya luego te vas a poner un tutú”, entre otras cosas. Me tocó aguantar los comentarios negativos durante los primeros seis meses de la carrera hasta que, en un examen público, mis papás llegaron a verme y se dieron cuenta de que no era lo que ellos pensaban.
Estuve tres años en la Escuela Superior de Arte, pero me di cuenta que me hacía falta mucha técnica para ejecutar algunos movimientos. Por esos días me enteré de una audición para entrar a la Compañía de la Escuela Municipal y decidí llegar. Lo que no sabía, era que la audición era de ballet clásico y yo nunca había hecho una clase completa. Fue la peor clase de mi vida. No iba con el vestuario adecuado, no sabía ejecutar bien los ejercicios y pensé que definitivamente no iba a ganar la audición.
Estaba por retirarme cuando me dijeron que hiciera una coreografía final. Pregunté si esta podía ser de danza contemporánea y me dijeron que sí. Entonces puse la música, saqué todas las emociones negativas que había tenido durante el día y las utilicé para bailar. A las dos semanas me notificaron que había sido aceptado. Yo no lo podía creer; al final había logrado ingresar a la Escuela Municipal como alumno y como integrante de la Compañía. Después de tres años en la Escuela, me enteré de una audición para el Ballet Moderno y Folklórico, y de igual forma me aceptaron.
Nunca pensé que la danza iba a ser tan importante en mi vida. El éxito en este medio depende mucho de la colaboración. Como país lograríamos grandes cosas si compartiéramos conocimientos y dejáramos atrás el ego. Creo que los sueños se pueden hacer realidad si nunca dejamos de perseguirlos.»
– Yossef Rivas
Fotografías de Dance Statement por Karla Álvarez